La puesta de huevos de las gallinas ponedoras caseras, ya sean de razas rústicas o seleccionadas genéticamente, depende en gran medida de la evolución de la luz natural; es estimulada con el aumento de las horas de luz, se reduce cuando disminuye la luz en otoño y puede llegar a cesar en invierno, al llegar el mínimo de luz natural. Este mecanismo es el resultado de la adaptación de la reproducción de las aves a las condiciones de clima y recursos alimenticios que son más favorables para criar a los pollitos (primavera- verano).
En cambio, en condiciones comerciales, las estirpes selectas disponen de 15-16 horas de luz continuas (el máximo que se alcanza en primavera) con ayuda de luz artificial, lo cual les estimula para poner huevos independientemente de la estación del año.
Fuente: Instituto de Estudios del Huevo